PAYNE: Me materializo en la puerta de la mansión sintiendo como
un nudo se me forma en el estómago a medida que avanzo. Y dirijo mi mirada
hacia la dirección donde sé que está la tumba, el lugar en el que mi hermano está
siendo o ha sido torturado en un maldito rythe. Un rythe injusto.
Ni la maldita botella de Vodka enterita, ni la
conversación con el bastardo, han conseguido mitigar por mucho tiempo al dolor
sordo que siento en mi corazón. Zypher consiguió con sus palabras y sus robados
besos, besos que en otra ocasión le habrían valido para ganar el premio a la
castración más rápida del planeta, hacerme olvidar lo desgraciada que me
siento.
Pero el desánimo ha vuelto de nuevo al volver a la
mansión. Ebria y todo, mis pensamientos están con mi hermano. Ese al que no
puedo ver, ni apoyar ni influir de ninguna manera.
Avanzo con paso decidido, sin titubeos a pesar de
sentirme un poco mareada, atravesando el recibidor y subiendo hacia mi
habitación. Antes de subir las escaleras me quedo mirando la puerta que da al
pasillo subterráneo que lleva al Pit y cierro los ojos. No creo que fuera bien
recibida por mi hermano, ni creo que acepte el que le cuide ni le limpie las
heridas. Tiene a su shellan, tiene a su Jane y sé que seguirá con la costumbre
de no dejar que nadie la ayude a pasar el resultado del rythe.
Maldito rythe y malditas costumbres de mi mahmen.
Llego hasta la puerta de mi habitación y la abro con la
mente de forma violenta. La puerta se estampa contra la pared y la vuelvo a
cerrar con un sonoro portazo al cerrarla también mentalmente. El ruido taladra
mi cabeza, Parcas! El alcohol y yo no somos buenos amigos.
Caigo sobre la cama, y espero que el mundo estalle a mí
alrededor y termine todo de una maldita vez.
Y la cabeza, en medio de la niebla del alcohol y del
mareo en el que se ha sumido mi cabeza, sigue pensando en mi hermano. No puedo
seguir así, me volveré loca.
Me levanto sin pensarlo y me desmaterializo ,
materializándome en el bar. Y me voy directa a la zona de las bebidas. Saco una
botella de Goose, otra de Lavagulin y otra de herradura. Perfecto. Si con esto
no caigo rendida o medio muerta, no caeré con nada. Empiezo a servirme una copa
tras otra pensando en cada uno de los golpes que ha recibido mi hermano y
consigo llegar casi a rastras hasta mi habitación después de beberme la primera
botella a morro. Las otras dos casi se me caen por la escalera al tropezar tres
veces con los escalones.
Ni recuerdo que he hecho por el pasillo.
En algún momento del camino me he acordado del bastardo
que he dejado en el bar, tan borracho como yo. Y por un loco giro del destino o
de una neurona mal colocada, pienso que seguramente en un mundo paralelo o una
realidad alternativa, ese bastardo y yo seriamos más que enemigos acérrimos. ¡
Bah! Es tan solo un loco pensamiento que no debo volver a tener nunca. Solo
tengo que pensar en acabar con su vida como ha ordenado el rey cuando le vuelva
a ver.
CONTINUARÁ...

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
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