domingo, 13 de abril de 2014

HUIDA Y RECUERDOS ( ARACNHE)



ARACNHE: *Subí al auto para dirigirme a casa, luego de dejar a Rehvenge en el oscuro callejón. Mientras el marcador de millas se disparaba, pensaba en lo sucedido. No conseguí nada... eso era frustrante. Bueno, solo conseguí poner mi vida en peligro, lo cual estaba bien. Solo era rutina, ese era mi pan de cada día. Tenía que tomar medidas en el asunto, doblar la seguridad de mi casa y ser más cuidadosa. De pronto me sentí triste al recordar la amenaza. ~ ¡No seas tonta!~ ¿Que esperaba? ¿Qué me invitara a cenar mientras discutíamos que envié a la cárcel a un vendedor de drogas o un asesino, y él me dirá que llego nueva mercancía para el club? Ni siquiera podemos ser amigos. Aunque maldita fuera, las esperanzas estaban ahí. Respire hondo.

~Sigue tu trabajo, es lo que siempre has hecho. Y es todo lo que tienes. ~

Cierto, solo tenía dos cosas. Al trabajo y a mí misma. En resumen, una vida solitaria. En menos de lo que pensé estaba frente a los portones de mi casa. Apague el auto y mire a ambos lados en busca de algo raro. ~nunca sabes cuándo podrían acecharte~ Cuando me asegure de que estaba sola, me baje y camine a la casa, quien me recibió con silencio. Como sea, me iría a sacar el maquillaje, y luego la frustración con un baño. La cama me esperaba como siempre para alejarme de mi realidad por varias horas, eso era algo bien merecido después de tanto trabajo*


HORAS MAS TARDE….

*Corre Aracnhe, corre* la voz de mi mahmen hizo eco en la habitación, helándome hasta los huesos, pero obedeciendo la desesperada orden, corrí.

Me levanté sobre saltada, con el corazón a punto de salirse de mi pecho y la respiración acelerada. Es solo una pesadilla, me dije. Mas era inútil, no era solo una pesadilla, sino un mal recuerdo. Me deshice de las sabanas de una patada y me levante con el frío de la noche anclándome a la realidad.

-Maldita sea...

Deambule por la casa, en busca de desechar el mal recuerdo, pero mi mente no quería cooperar... mi mahmen, hermosa y buena. Era mucho más de lo que yo llegaría a ser en toda mi existencia.
-Eres mi orgullo Aracnhe.-

su voz fantasmal salto de un recuerdo al azar, uno de los muchos felices que tengo.

Eres mi orgullo... ¿cómo podía estar ella orgullosa de alguien como yo? Mestiza. Mi madre nunca hablo de cómo fue que me tuvo, pero tampoco fingió que yo era normal. Por esa razón, tuvo que abandonar todo lo que conocía cuándo comenzaron a darse cuenta de lo que era. Mitad symphath. Si confirmaban sus sospechas, yo sería enviada con ellos, en el mejor de los casos. O muerta, en el peor.
Nos escondimos con los humanos, y adaptarnos a esa vida fue un infierno. Pero mi mahmen seguía para mí, apoyándome en los momentos en que mi parte maliciosa era difícil de controlar. Es de mala educación invadir los pensamientos ajenos, ¿te gustaría que lo hiciera contigo? decía. Yo apretaba mis dientes con frustración hasta que lograba controlar el deseo. Y me amaba, incluso cuando no podía controlarme, cuando yo misma odiaba mi debilidad. Fueron tantos de esos días, no quería que ella fuera mi conejillos de indias, pero pasaba... pasaba.

-Corre Aracnhe, corre...-

inevitablemente mi cabeza, sucumbió en el recuerdo. Dormíamos, cuando una noche nos levantó el escándalo del vidrio romperse. Me levante apresurada y corrí al cuarto de mi mahmen al fijarme que lo que se había roto eran las ventanas de nuestra pequeña casa. Pensé que sería humano tratando de asaltarnos y yo estaba preparada para darles una sorpresa. Pero la sorpresa me la lleve yo.
-¿Donde esta?-

Escuche decir. La voz profundamente masculina me hizo tener un escalofrío de terror. ¿Cómo? ¿Cómo nos encontraron? Mi cabeza aturdida trataba de llegar a una explicación.
-Déjala en paz. -

Mi mahmen sonaba furiosamente tranquila y en ese momento desee tener el mismo control que ella poseía. Mi lado symphath pensó en pelear, para nada queriéndose echar a un lado. Y lo intente, pero no encontré ninguna rendija por la cual colarme. Ellos eran completamente impenetrables para mi poca práctica.

-Eres tú o ella. -

Mi mahmen soltó una carcajada que fue acallada con un violento golpe. Dos hombres guardaban la espalda del tercero que le pegaba a mi mahmen, eran mucho más de lo que yo podría aguantar... No tenía las posibilidades de enfrentarme a los tres y ganar.

-Sigues siendo tan poco original.- soltó ella entre jadeos. ¿Qué? ¿Entonces se conocían? ¿Quién era él? La verdad es que yo no sabía quiénes eran... un pensamiento golpeo mi mente. Mi mahmen siempre espero por este momento, siempre espero a que el hombre apareciera.

-Revisen la casa.

-¡No!-

Mi mahmen se puso de pie para atacar al hombre, y uno de los que estaban custodiando la puerta se movió tan rápido y silenciosamente, como una sombra detrás de mi madre, agarrándola por el cuello.

-¡Mahmen!

Grite, entrando a la habitación antes de que le hicieran daño. Los ojos de ella se ampliaron con el primer signo de temor. Y después todo se volvió confuso. Solo recuerdo su voz frenética diciéndome que corriera y yo dando media vuelta saliendo de la habitación, siguiendo la promesa que le hice una vez. Si alguna vez estábamos en una situación como esta y ella no podía escapar, debía seguir sin ella, ponerme a salvo y no regresar. Las lágrimas rojas cubrían mi rostro, empapando mi camisa blanca. Mis piernas aguantaron quien sabe cuántos kilómetros, hasta que me detuve sin saber si me seguían, si estaba segura.

Un ruido me saco de mis pensamientos, haciéndome volver al presente con brusquedad. Era casi imperceptible, pero allí estaba. Tome mi arma y fui a investigar.*

 *Me refugie detrás de una pared y escuche atentamente. El ruido de los pasos rodeando la casa era claro ahora. Y obviamente no era una visita de cortesía. ~Si no, créame, tenemos métodos para apartarla para siempre~ La voz de Rehvenge resonaron claramente en mi cabeza. Le saque el seguro al arma. ¡El muy bastardo ha enviado a gente a matarme! Casi suelto un chillido de enojo. Pero debía sentirme honrada, si ya envió mi sentencia de muerte quería decir que de verdad soy buena en lo que hago. Identifique a ocho hombres, dos en cada lado de mi casa. Estaban calmados y preparados. Listos. Sacaron el seguro de sus armas y comenzaron la lluvia de disparos y cristales volando. Pero, ¿qué diablos...? Esto es como una película mal pagada. ~ Me cubro para evitar que los vidrios me hagan daño y espero hasta que no escucho otra detonación. Escucho los pasos dentro de la casa... otra vez no. No saldría corriendo esta vez. Me muevo silenciosamente hasta encontrar a dos de ellos. *

*Escudándome con la pared comencé a disparar. Mis disparos fueron respondidos, pero yo tenía una mejor posición. Así fue como uno de ellos cayo inerte en el suelo. Ellos eran humanos, muy entrenados, pero al final humanos. Escuche otros pasos que se acercaban. Mi arma ya no tenía balas, tampoco era como si mi casa no tuviera un arsenal escondido en cada lugar. Me dirigí a uno de ellos casi sin pensarlo. Me di cuenta demasiado tarde que frente a mi estaba uno de ellos, eso me costó un disparo en el hombro, pudo haber sido peor si no me hubiese movido rápidamente. Mordí mis labios para bloquear el dolor. Y cabreada como estaba, suicidamente camine hasta mi objetivo, con la suerte de que cuando volvió a tirar del gatillo ya no quedaban balas. Entonces fui a por su cuello. Obviamente, el me esperaba y yo lo esperaba a él, así que cuando tiro su primer golpe lo esquive, moviéndome como una sombra hasta su espalda. El crujir de su cuello se alzó en el repentino silencio. Ya eran dos. Faltaban 4, más cuando alcance mis armas ellos comenzaron una estúpida retirada. Corrí hasta la puerta para verlos subirse a un auto. ¿En serio? ¿Ellos habían llegado aquí solo para esto?* Esto es solo una advertencia...* Me volví para ver mi casa destrozada. Esto era todo lo que tenía y estaba destrozado. Contuve el llanto, no lloraría por esto. No. Una vez el arrebato de adrenalina disminuyo, la herida del hombro comenzó a doler como un hijo de puta. Todavía la bala estaba alojada allí. Nada de doctores, debía hacer lo que acostumbraba, aunque no me gustara. Fui hasta el baño en busca del botiquín. Tenía que sacar esa bala y tomar sutura antes de llamar para que vinieran a llevarse los cuerpos y toda la mierda de protocolo que le sigue. Mire mi reflejo en el espejo, me veía un desastre, después de tan mala noche no me sorprendía. La sangre que brotaba de la herida era atrapada por la camisilla negra, ojala y también pudiera atrapar el dolor. Tome las pinzas y con un respiro hondo urge hasta sacar con un gruñido la dichosa bala. Puse encima una gasa para limpiar la herida y me dispuse a cocer. No negare que me fue como el infierno hacerlo con una mano, pero al final ya estaba hecho. Dejando de desangrarme, tome mi móvil y llame a uno de los agentes que conocía.

*En menos de lo que yo creí posible, ya tenía un grupo de patrullas, ambulancias frente a mi casa. Se movilizaron rápidamente y sacaron los cuerpos, otras personas buscando huellas o algo que diera con el responsable, mientras me llovían las preguntas. Pero a todas les decía que nos sabía nada. Aunque sabía exactamente quién era el responsable. Y esto no iba a quedarse, de ninguna manera. Luego de unas horas, todos se fueron dejándome solos con el desastre. Lo más sensato era irme a un hotel y descansar allí, pero ni ánimos tenía. En la mañana llamaría para que limpiaran todo. Yo tenía otros planes... iba a cobrarme este daño. Pronto.*

CONTINUARÁ.



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