¡¡¡ A las buenas tardes!!!
Hoy, como estoy melancólico, os voy a contar una anécdota de cuando
vivía en el campamento del Bloodletter.
Ahhhhhhhhhhh, que tiempos.... Tiempos de mierda, pero tiempos al fin y
al cabo.
Uno de los mayores recuerdos que tengo, es el día que el sire se emperró
en enseñarnos a luchar mientras montábamos a caballo, cosa compleja, si no lo
has hecho nunca.
Bueno, total, que estábamos ahí, tocándonos los huevos a la luz de la
hoguera, sin nada que hacer. Y cuando digo nada, es nada, porque el Bloodletter
había matado a casi todo el mundo y estábamos más aburridos que una puta en
cuaresma y de repente dijo.
- He, vosotros. Venid aquí, que estáis más verdes que un campo de
lechugas.
Yo mire a Throe, Throe miro a Xcor, Xcor miró a los primos y ellos me
miraron a mí y yo volví a mirar a esa pedazo de bestia que era todo pelo y
musculo y suspire con resignación.
- ¿Y que nos vas a enseñar esta vez, sire?
Pregunte con cautela. Mala idea, porque me arreó una patada, que salí
volando patras, y casi me escoña. Creo que desde entonces, no carburo bien, porque
tanto pensar en sexo, no es ni normal...pero que más da... A lo que iba.
El sire Bloodletter hizo que un mozo nos trajera unos caballos y nos dio
una espada a cada uno, y nos dijo que nos iba a enseñar a pelear mientras montábamos
a caballo.
¡¡¡ Que emoción!!!
Yo tenía el culo como la bandera de Japón, porque el día anterior había
perdido en una de las peleas y me mandaron al foso y lo que menos me apetecía
era montar a caballo, pero suspire, me puse en pie, y me subí al jamelgo.
Vi las estrellas, la luna, Júpiter, Saturno y toda la vía láctea, pero
yo ahí, arriba del caballo, aguantando como un campeón.
Los demás se subieron a sus monturas y el sire empezó a pegar voces.
Que si corre pa ca, vete palla., espolea, frena, tira de las riendas...
bla, bla, bla...
A cada movimiento que hacia el bicho, yo ponía los ojos bizcos, porque
me dolía el culo que ni os podéis imaginar, pero hacia lo que el sire gritaba,
y con tanto espolear, girar, tirar, y demás ostias varias, me emocioné y puse
al equino a correr a toda leche.
¡¡¡ Que sensación!!!
Yo iba feliz, aunque dolorido, rebotando sobre el caballo.
Mi pelo se sacudía al viento y me sentía poderoso.
Y digo me sentía, porque en una de estas, con la emoción, no vi una rama
baja y me estampe de lleno con ella.
-¡¡¡¡ Malditación, que me escoigo!!!!
Grite, a mis trahyners mientras me caía del caballo.
Tuve suerte, porque se me engancharon los pies en los estribos y me
quede colgando de lado, atontado y con un chichón en la frente, mientras los demás
se partían la caja a mi costa.
Que panda de cabrones.
¿Y sabéis lo peor? Que ninguno me dijo:
-Hey, Zyph, ¿estás bien? ¿Te has hecho daño?
Nooooooooooooooooo, lo único que se les ocurrió preguntar fue:
- ¿Que cojones significa Malditación que me escoigo?
Y yo allí, colgando de lado en el caballo, con un cacho chichón que parecía
un unicornio en vez de un vampiro,
respondí muy digno:
- Es una abreviación de: Maldición, maldita sea, que me caigo y me
escoño.
Se estuvieron riendo los muy HDP de mi toda la noche y la jodida frase
me acompañó hasta el último de mis días con ellos.
Y hasta aquí, hay bastante por hoy, que me voy con mi nalla, que le he
comprado un látigo nuevo y quiero probarlo.
CONTINUARÁ.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
No hay comentarios:
Publicar un comentario