La anatomía de los vampiros era similar y a la vez tan distinta a los
humanos que me causaba problemas encontrar ciertas soluciones para las
enfermedades que los aquejaban.
Por ejemplo, los partos.
Los que les pasaba a las hembras tenía que ser por una razón, no podía
ser que la medicina no hubiera podido encontrar algún remedio o suero para
detener el sangrado mientras el bebé nacía.
Algo se me estaba escapando y me frustraba mucho. Los resultados, los
estudios, los libros que encontré sobre la anatomía de vampiros no ayudaban.
Nunca se había tratado este tema,
lo tomaban como algo natural pero yo no iba a rendirme, no era así.
Miro alrededor buscando algún
libro que no haya leído y mi vista queda clavada en los pantalones de cuero de
V.
Sonrío recordando lo que hicimos anoche.
Dios, había estado tan caliente. Vishous había despertado una parte mía
que no conocía, me encantaba. Cerrando mis ojos visualizo a mi hellren
recostándose en la cama del ático, atándose.
Yo me había acercado para cerrar la última esposa que él no pudo
alcanzar.
Le di un beso y le tape el rostro. Me moví hacía la pared de los
juguetes, encontré un látigo con varias puntas.
Hacía poco me había atrevido a usarlos en V, me había negado a hacerlo
hasta que supiera como manejarlos, por lo que había tomado una especie de curso
fetiche y había sorprendido a mi vampiro.
Nunca iba a olvidar esa sonrisa que me dedico cuándo se enteró. El
cuerpo de V ya estaba excitado.
Me acerqué y pase el látigo despacio por su pecho y me alejé.
Tomé una vela y me acerqué nuevamente derramando un poco de cera sobre
su pecho. El gemido ronco hizo que me excitara.
Posicionándome entre sus piernas levanté mi látigo y azote suavemente
sus muslos internos, rozando sus testículos, lo que llevó a que su cuerpo se
sacudiera un poco.
Sus pantalones de cuero estaban tensos, había lamido mis labios y
agarrado pinzas para pezones.
Despacio, regulando la presión, le había puesto una en cada tetilla
disfrutando de como su cuerpo reaccionaba. V estaba encantado con lo que le
estaba haciendo, lo ponía a mil y había una parte de su duro cuerpo que lo
confirmaba.
Me saqué la ropa y me subí encima de él, dejando que mi sexo se posara
sobre el suyo, cubierto. Seguí esparciendo cera en su pecho y su abdomen,
mientras de vez en cuando movía mis caderas contra las suyas un poco y el
látigo volvía a estallar sobre sus muslos. Toda esa tortura llevó a que se
corriera con los pantalones puestos, me encantó.
Casi hizo que me viniera sin que siquiera me haya tocado.
Lo solté y enseguida se dispuso a compensarme en la cama que teníamos
allí, lo que quedo de la noche y muchas horas del día.
Fue cansadoramente placentero y demandante.
Al volver a la realidad me doy cuenta que me estoy tocando solo con el
recuerdo pero hay algo más, el olor...ese delicioso olor.
Abro los ojos y veo a Vishous parado mirándome. Su mirada diamantina está
llena de lujuria y su sonrisa me dice que tiene ganas de comerme por un buen
tiempo.
Mi libro cae de la cama y el cuerpo grande de mi hellren sube a ella
para poder gozar juntos de un tiempo que nos dejará satisfechos y cansados pero
unidos, como planeamos estar tanto tiempo como se nos permita*
CONTINUARÁ....

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