CORMIA:* Aprovechando
que Phury duerme plácidamente, abandono nuestro lecho para ir hasta la cuna de
Aggie. Sabía que su hora del biberón estaba cerca y no quería que comenzara a
llorar y terminase despertando a su padre.
Sonrío al comprobar que
sus hermosos ojos están abiertos de par en par pero una sonrisa sustituye el
típico llanto con el que exigía su alimento.
- Buenos días mi sol -
beso suavemente su frente - vamos a dejar dormir a papá, ¿vale?
*No puedo describir el
vuelco que me da el corazón al escuchar su gorjeo como si entendiese lo que le
decía. Tomo su manta para cubrirlo con ella mientras lo tomo en brazos. Estamos
bajando las escaleras cuando una de mis hermanas aparece con una bandeja en la
que destaca el biberón de mi principito.*
- Muchas gracias hermana,
en este momento íbamos a la cocina a por él. - sonrío agradecida a mi hermana,
quién responde con una sonrisa agregando que le gusta sentirse útil. - Gracias
por todo, tenía pensado ir al despacho a disfrutar de un poco de música
mientras Aggie se alimenta. ¿Te apetece unirte a nosotros?
Realizo mi pregunta
ilusionada pero la verdad es que no guardaba muchas esperanzas. A pesar de lo
mucho que les había gustado venir a este lado, todavía trataban con respeto,
demasiado algunas veces, al Primale de la raza.
Así pues, cuando su
respuesta es negativa, me despido de ella y continúo con mi corto paseo
mientras hago carantoñas a mi hijo.
Una vez estamos en el
despacho, cierro las puertas con cuidado de no hacer mucho ruido y dejo el
biberón en la mesa. No hace falta decir que los ojos de Aggie no se separan del
blanco néctar que tanto anhela, sin embargo había algo importante que tenía que
hacer.
Como venía siendo
costumbre cada vez que Phury tenía que salir de patrulla, yo me encerraba en
ese despacho a escuchar la música que él tanto amaba hasta el punto que llegué
a amarla también. Aunque, para ser sinceros, mi abanico musical no se amplía
mucho más allá de Tchaikovsky, Beethoven y Vivaldi, mi favorito entre todos
ellos.
Suelto la aguja del
antiguo equipo reproductor y camino de vuelta al cómodo sillón llevando conmigo
el biberón de mi hijo.
- Si, cariño, hora de
disfrutar...
Sonrío de nuevo al ver la
avidez con que mi retoño toma el contenido del biberón mientras los acordes de
la primavera comienzan a invadir la habitación sumiéndome en un momento de
felicidad y paz absoluta.
CONTINUARÁ...

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